14 de junio de 2009

Invertir olvidando es contraproducente

No entiendo esa obsesión de las personas por olvidar tan rápido como puedan, como si tuvieran una granada en las manos y estuvieran encerradas en un refrigerador sellado con cemento.

A la mayoría, en cuanto terminan una relación (significativa, obviamente) les urge con U de Úrgememil olvidar a la otra persona, y se vuelve un asunto no sólo personalísimo per se, sino una misión, una especie de cruzada sentimental en donde no vuelvas sin la cabeza del recuerdo clavada en una estaca.

Tontos ( me incluyo ) .

Invertir tanto tiempo olvidando es contraproducente, porque se vuelve el propósito primordial en lugar de ser la consecuencia lógica del paso del tiempo. Muchas veces, como amigo no ayudo, porque el consejo inmediato cuando ves a la otra pendeja llorar como si los pantalones de mezclilla blancos se hubieran vuelto a poner de moda, es decirle: "Ya olvídalo, no vale la pena" ¿Olvídalo? Güey no manches, ¡no se me había ocurrido! Wow, que idea tan revolucionaria, en realidad, estoy aquí como la gris caricatura de mi sombra sacando el alma a través de mis lacrimales nada más porque no se me había ocurrido eso, gracias, gracias por guiarme hacia la luz.

Piensas tanto en que sacarlo de tu cabeza que comienzas a recordar lo bueno, y ahí sí alguien por favor tráigame una caja de kleenex que voy a hacer una cuerda de papel para colgarme del foco del baño. Te enfocas más en olvidarlo que en su momento recordar que le molestaba que dejaras plantada, o te dejara mal . Puedes odiarlo, superarlo, extrañarlo, hasta llegar a la sana indiferencia, pero no existe tal cosa como una goma para reducir a basuritas de borrado su recuerdo. Al final, estamos llenos de ellos, para bien, para mal, y sobre todo para futuras referencias de lo que quieres y de lo que definitivamente no. Olvidar no es más que una fantasía adolescente.

No pensar en eso todos los días llega solo, vas pasándola, y de repente una noche a punto de dormir te das cuenta de que nada te lo recordó, no hubo un solo motivo de flagelación emocional. Se siente chistoso, como quitarte una piedrita del zapato con la que ya te habías acostumbrado a caminar. Supongo que eso aplica para todos los recuerdos, todas las personas que por alguna razón importan y que por otra (seguramente tristísima) dejaron de hacerlo.


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