3 de abril de 2009

Una del Jueves

A veces –sólo a veces- el Universo se toma un break en su hobby –que consiste en confabularse en mi contra (sí, el Universo, además de expandirse como tanga de gorda y de andar escondiendo de los científicos tres montones de Materia Oscura, también se divierte riéndose de mí personalmente)- y me concede un momento de grata y malsana gratificación. El jueves en la noche venia regresando de la escuela hacia casa – a eso de las 10:30 de la noche. Venía cansado, con sueño y obviamente, con pocas ganas de aguantar la mierda de nadie. Sobre Zaragoza, a la altura de Canal de San Juan, vi por el retrovisor un Peugeot 206 que venía zigzagueando entre los carros. Inmediatamente lo clasifique como un pendejo; no porque viniera zigzagueando –eso todos lo hemos hecho- sino por venir haciéndolo sin necesidad (supongo que sólo para lucirse con sus amiguitos y amiguitas que venían con él). No había necesidad porque no había tráfico; podía cambiar de carril perfectamente sin tener que hacerlo tan violentamente. Podría apostar que venia haciendo ruiditos con la boca. Lo fui siguiendo con la mirada por el retrovisor justo hasta que llego a mi altura; Cuando vi que se disponía a rebasarme por la derecha, mire hacia los vehículos de enfrente haciendo cálculos mentales. Ahí empezó a esbozarse una sonrisa en mi cara. De reojo vi cuando me rebasaba, luego se cruzo a mi carril y ahí fue donde todo se le fue al carajo. Porque lo que el pendejo no vio –y yo sí, unos segundos antes- por venir excitando a sus amiguitas, fue un semáforo que justo estaba cambiando a rojo. Esquivó al Tsuru frente a él, zigzagueando a la derecha de nuevo, pero ahí el carro obviamente se le fue y alcanzo a rozar a un taxi por detrás, el imbecil dio otro volantazo a la izquierda logrando con esto irse a estampar con una Explorer que estaba ya detenida en el semáforo



Imagen cortesía de Google Maps.


Obviamente esto paso en 3 segundos, 3 segundos durante los cuales mi rostro se ilumino con una sonrisa ojete y burlona. El taxista, emputadísimo y con cara de pocos amigo se bajo, lo mismo que el tipo de la Explorer. Yo estaba a pocos metros y pude ver que en efecto, era un pendejito de unos veinte años acompañado de dos parejitas.

En los otros 10 segundos que me tomó avanzar y pasar a su lado, bajé la ventanilla de mi lado derecho. Fue entonces cuando vi su carita pálida y asustada mientras intentaba patéticamente de arrancar de nuevo el auto. Baje aún más la velocidad hasta casi estar parado a su lado y grité lo más fuerte que pude:

-QUE GUSTO ME DA, PENDEJO.

Luego subí la ventanilla y aceleré alegremente al infierno, en donde tengo reservada una suite con vista a un río de lava.

Odio a la gente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Enorme!... lo mejor que has escrito en tu vida! jajajaja... con esto de la epidemia, hasta tiempo tengo de leer tus mamadas!... jajajaja...

P.D. Ya pagame... :(


Atte.
S.C.

Anónimo dijo...

Ah, no mames!.. me puse a leer tus post atrasados y no mames! jajaja... ese de las instrucciones para cagar, no tiene madre.

Ok, ok, te ganaste un lugar en mis favoritos, y tal vez; en mi corazon!

Vas por buen camino amiguito.

P.D. Lo del goggle maps esta genial!

sonic blur dijo...

Jaja, yo siempre he querido estar en la situación de poder gritarle así a alguien patético al volante. estuviste en el momento y lugar indicados.